El Respeto al Medio Ambiente
UNIDAD 4-Lectura 8
El respeto al medio ambiente
Valores humanos y desarrollo personal.
Tutorías de educación secundaria y escuelas de padres.
Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284
CAPÍTULO VII
"Cada día estamos eliminando diez especies de seres vivientes
que son una biblioteca de saber acumulado de millones de años por la tierra.
El sistema de la biosfera está gravemente enfermo porque hay una quimicalización de todas las relaciones de alimentación, una contaminación del suelo y del subsuelo, del aire...; a tal punto que el equilibrio dinámico de esta realidad sistémica que todo incluye -que es la tierra- puede quebrarse con la victimación de millones y millones de personas e, incluso, con riesgo de imposibilitar la biosfera".
El sistema de la biosfera está gravemente enfermo porque hay una quimicalización de todas las relaciones de alimentación, una contaminación del suelo y del subsuelo, del aire...; a tal punto que el equilibrio dinámico de esta realidad sistémica que todo incluye -que es la tierra- puede quebrarse con la victimación de millones y millones de personas e, incluso, con riesgo de imposibilitar la biosfera".
(Leonardo Boff, 1996, Tiempo de hablar; n° 66)
La reflexión sobre la ecología y el ser humano que exponemos a
continuación es fundamentalmente una síntesis y adaptación de los trabajos
realizados por E. Alburquerque (1990) Y por el movimiento ecologista
(Documentación Social n° 38), sobre los que hemos profundizado a lo largo de
estos últimos cursos en las clases de ética con alumnos de Bachillerato y en
Escuelas de Padres.
En los últimos años, quizá ante la degradación galopante, está
despertando una responsabilidad ecológica, una mayor conciencia de respeto al
ambiente, a la naturaleza, al entorno. Progresivamente ha ido surgiendo una
pedagogía del medio ambiente. Es realmente algo necesario. Porque el sistema de
crecimiento de nuestra era tecnológica pone en peligro hasta el mismo entorno
humano. Lo amenaza, agota y devasta. Son muchas las voces y los grupos humanos
que se alzan hoy proclamando el peligro de destrucción de la naturaleza que
aflige a la humanidad. Esto constituye ya de por sí un objetivo suficientemente
importante también desde el punto de vista ético.
El ecologismo es algo más que una moda reciente. Para las personas
más sensibles se ha convertido en una tarea. Para los educadores esta
sensibilidad no puede estar ausente de sus proyectos y realizaciones.
1. CRISIS ECOLÓGICA
En muchos países el problema ecológico se ha convertido en la
cuestión ética primaria. Esta sensibilidad se debe a las graves consecuencias
ocasionadas por el desarrollo industrial al medio ambiente.
Ciertamente, la aplicación indiscriminada de los adelantos
científicos y tecnológicos constituye el primer elemento para la reflexión. Por
una parte, es evidente que muchos de estos adelantos y descubrimientos han
producido grandes beneficios a la humanidad. Pero, por otra parte, se están
constatando también gravísimos efectos negativos. El crecimiento industrial,
las grandes concentraciones urbanas, el consumo energético, están generando la
disminución de la capa de ozono. Residuos industriales, gases, deforestación
incontrolada, destrucción de especies animales y vegetales, uso de herbicidas,
refrigerantes y propulsores deterioran inevitablemente la atmósfera y el medio
ambiente.
Por otra parte, los intereses económicos prevalecen sobre la
dignidad y el bien de la persona. En nombre del progreso se manipula y altera
gravemente la naturaleza y se provoca, en realidad, un progreso que es
desequilibrio, contaminación y destrucción. En el fondo, los desequilibrios
ecológicos conculcan el respeto y la calidad de vida humana, y expresan la
avidez y egoísmo de los hombres.
Así pues, la crisis ecológica es el signo de uno de los grandes
problemas morales actuales. Pero su dimensión ética no termina aquí. Implica
también una llamada a la responsabilidad, a la formación de una conciencia
ecológica.
2. EDUCAR LA CONCIENCIA ECOLÓGICA
La dimensión ética de la ecología postula la promoción de una
conciencia ecológica. Educativamente es preciso favorecerla para que su
desarrollo y crecimiento llegue a programas e iniciativas concretos. Hoy son
muchos los movimientos y asociaciones que levantan la bandera del ecologismo.
Es cierto que, con frecuencia, van unidos a ambigüedades y contradicciones
vitales, a corrientes ideológicas o a partidos políticos. Todo esto habla de la
necesidad de un discernimiento crítico, pero no de repulsa o rechazo. Porque el
ecologismo constituye una alarma radical, un movimiento social, una llamada de
atención sobre el futuro del hombre contra el insensato suicidio colectivo.
Suscitar y educar esta conciencia ecológica es la orientación de fondo que
mueve la propuesta de las pautas éticas y educativas que presentamos
(Bennassar. 1986).
2.1. El hombre en la naturaleza
El hombre está íntimamente unido a la naturaleza. Está inmerso en
ella. Es solidario con su historia y su destino. El hombre está orientado hacia
la naturaleza y está llamado a transformarla. Y transformándola es como él
mismo se transforma, crece y progresa. No puede realizarse si no es a través de
su acción sobre el universo. Y el resultado de esta actuación y transformación
no puede ser más que la humanización de la naturaleza. Porque el hombre actúa
como hombre y plasma, entonces, su ser de hombre en las cosas.
Todo esto implica perspectivas educativas importantes. Esta
vinculación del hombre a la naturaleza postula, ante todo, su conocimiento. La
naturaleza tiene que ser conocida para que pueda ser dominada y para que pueda
estar al servicio del desarrollo y del progreso humano. Toda pedagogía del
medio ambiente comienza por resaltar la importancia del conocimiento. Se trata
de adquirir una comprensión profunda del medio ambiente global, de los
problemas que le atañen, del papel que desempeña la responsabilidad humana. El
conocimiento pasa por el funcionamiento del medio ambiente, por ser conscientes
de los atentados que sufre, por la observación de la naturaleza, por la
adquisición de toda una serie de conceptos básicos.
No caben entonces actitudes pasivas. El hombre no puede dejarse
engullir ni someter por la naturaleza. La naturaleza no puede escapar al
control de la libertad del hombre. El hombre primitivo temía las fuerzas de la
naturaleza, estaba sometido a ellas, se sentía impotente ante ellas. Pero en
esta relación hombre-naturaleza, la primacía le corresponde al hombre. Es él
quien tiene el dominio. Una inversión en esta relación fundamental supondría el
fracaso y el absurdo. En esta perspectiva la tarea educativa la vemos orientada
principalmente en la comprensión del hombre como ser en el mundo y como ser
frente al mundo, destacando las actitudes señaladas de conocimiento y dominio
(Giolitto, 1984), haciéndolas compatibles con un profundo respeto.
Efectivamente, si el animal es capaz de utilizar la naturaleza y
beneficiarse de lo que ella produce, sólo el hombre es capaz de orientarla,
dirigirla y transformarla. Producir, fabricar, transformar es la actividad
típica del hombre, pero no a cualquier precio.
Y esta tarea transformadora de la naturaleza el hombre la realiza
mediante su trabajo. La creatividad y actividad transformadora de la realidad
es obra del trabajo del hombre. En esta línea encuentra el educador las
motivaciones para destacar el carácter positivo y creador del trabajo humano.
Sucede muchas veces que el hombre se aliena en su trabajo. Y, desde un punto de
vista ético, la exigencia de que el trabajo llegue a ser realmente capaz de
realizar y personalizar, se nos presenta como un objetivo ineludible.
2.2. Actitudes activas y contemplativas
Ante la naturaleza el hombre suele adoptar algunas de las
actitudes siguientes: científica, utilitarista, pasiva, activa y responsable,
contemplativa.
La actitud científica consiste en la consideración de la
naturaleza como objeto de estudio; es algo que hay que conocer y comprender por
medio de las ciencias de la naturaleza. Muchas veces esta actitud no llega a
vincular ni comprometer a las personas; se sitúan como fuera de la misma
naturaleza.
Cabe también situarse ante la naturaleza con una actitud
simplemente utilitarista. La naturaleza nos sirve, podemos aprovecharla y
disfrutar todas sus posibilidades. La persona se coloca entonces ante la
naturaleza como ante un objeto de consumo. Muchas veces esta actitud llega a la
degradación de la naturaleza y a verdaderos atentados contra el medio ambiente.
La actitud pasiva mira a la naturaleza con frialdad, quizá con
temor, como el hombre primitivo. No importa su transformación ni el sentido que
otros den a esta transformación. También aquí la persona se sitúa fuera, distante.
La actitud activa y responsable es la actitud de quien siente la
exigencia de que la naturaleza sirva para el crecimiento y el progreso de los
hombres; de quien siente la necesidad de transformarla desde una orientación de
respeto y responsabilidad.
Y, finalmente, la actitud contemplativa supone una mirada en
profundidad. Sólo así es posible captar y admirar su belleza y su grandeza.
La educación moral tiende siempre a suscitar actitudes. Los
pedagogos del medio ambiente insisten en la necesidad de desarrollar entre los
jóvenes una responsabilidad ecológica, es decir, en suscitar respecto de la
naturaleza actitudes activas y responsables; suscitar el interés y la
admiración; sensibilizarlos respecto de la naturaleza y de la vida. Esta
actitud de responsabilidad comporta, por ejemplo, aprender a "evitar
cualquier destrucción o perturbación inútil, a no derrochar las materias primas
por negligencia o irreflexión, a utilizar racionalmente los medios
técnicos" (Giolitto, 1984: 142-147).
Se trata, en el fondo, de llegar a ofrecer una verdadera
"educación ambiental" que afectaría a todas las acciones humanas en
relación con el medio ambiente. Contribuiría a abrir y a orientar a los jóvenes
"ante los problemas del mundo moderno, los más importantes para su felicidad
y para la vida de las especies". Esta educación cívica tiende, como
explica la
Conferencia Internacional de Tblissi, al establecimiento de
un "nuevo orden internacional", fundado en una "atención
constante a las necesidades y aspiraciones de los hombres", en el
"respeto a los equilibrios fundamentales", la "búsqueda de un
crecimiento ordenado" y la "preocupación por respetar de manera
equitativa los beneficios del progreso" (Cfr. L 'éducation relative á
l'environnement. Les gran des orientations de la Conférence de Tbilissi,
Unesco 1980).
Por otra parte, la tarea educativa ha de tender también a
despertar la sensibilidad de los jóvenes y a suscitar la capacidad de
contemplar y admirar. Se trata de enseñar a mirar, acoger, observar, respetar,
proteger, amar, transformar. Y se trata también de admirar y enseñar a
contemplar el valor estético de la naturaleza. El contacto con la naturaleza es
profundamente regenerador; y la contemplación de su esplendor da paz y
serenidad.
2.3. Ecología, progreso y calidad de vida
La responsabilidad ecológica plantea nuevos problemas morales y
educativos. Porque es una realidad que la acción transformadora del hombre
sobre la naturaleza se realiza muchas veces desde actitudes utilitaristas y
depredadoras que no reparan en medios ni en modos. Y resulta entonces que la
acción del hombre amenaza a la naturaleza y al mismo hombre.
En esta amenaza concurren múltiples factores: destrucción,
maltrato, deterioro, abuso. Ya indicábamos que es importante ayudar a
reflexionar sobre los atentados que sufre la naturaleza y el propio entorno.
Pero quizá lo verdaderamente importante es llegar a ver qué significa todo
esto. Es decir, lo importante es ver quién es el sujeto artífice y responsable
y quién es la víctima; ver que es el hombre quien lleva a cabo todo ello y, al
mismo tiempo, que también él es la víctima. Todos los deterioros producidos en
la naturaleza lo son por el hombre. Y todos los deterioros se vuelven contra el
hombre.
En último término, aunque parezca contradictorio, la destrucción
de la naturaleza se debe a la dirección y sentido que el hombre da a su
desarrollo y progreso. El problema de la destrucción de la naturaleza es el
problema de la destrucción del ambiente, del aniquilamiento de las materias
primas, de la explosión demográfica. de la contaminación, de la urbanización,
de la industrialización. Pero es, sobre todo, el problema del sentido del
progreso humano, de la tecnología y de la calidad de vida.
Contaminación, estragos ecológicos, aniquilación, subdesarrollo de
millones de hombres todo esto cuestiona la responsabilidad del hombre ¿Hasta
dónde puede llegar? ¿Por qué se obstina el hombre en destruir? ¿Qué es lo que
realmente subyace a todos estos fenómenos? ¿A qué se deben?
Es decir, lo importante es la reflexión sobre las actitudes que
alientan la vida humana y que orientan la dirección del progreso y la calidad
de la vida.
En la raíz, nos encontramos con una concepción de la vida en clave
de producir y consumir. Para muchos, lo importante en la vida es tener más: más
cosas, más comodidades, más lujo, más dinero... De esta forma, la vida del
hombre adquiere una dirección puramente materialista y el hombre queda
irremediablemente condenado a ser esclavo de las cosas. El hombre siente sólo
la necesidad de tener más, y para ello necesita producir más. Y no se detiene
ni ante la violación ecológica, la contaminación o el deterioro de la
atmósfera. La fiebre posesiva y consumista pasa por encima de todo y lo arrasa
todo. El mismo desarrollo tecnológico tomará esta dirección.
El consumismo no es más que el fruto maduro del capitalismo
individualista. Se busca sólo el propio interés, no el bien de la comunidad, y
muchos menos el bien futuro. ¿Qué importa que en el futuro haya o no materias
primas suficientes para el consumo? ¿Qué importa el derecho de los demás? ¿Qué
importa que los productos que hoy enriquecen amenacen seriamente a muchos
hombres? ¿Qué importan incluso la vida de los demás, el hambre de los demás,
las condiciones de vida de los demás?
El deterioro del medio ambiente y la destrucción de la naturaleza
muestran que el hombre no hace buen uso de la naturaleza. También aquí está en
juego la escala de valores. Codicia, deseo de tener, poder, intereses
particulares, priman sobre el verdadero desarrollo integral de la persona. No
se busca una condición humana, no se buscan los valores y los verdaderos bienes
del hombre, de todos los hombres.
Hoy se especula con todo. Desaparecen bosques, zonas verdes, fauna
y flora. Surgen ciudades y barrios superpoblados donde hay que soportar
condiciones de vida insalubres. Todo ello fruto de la especulación vergonzosa
del suelo. ¿Se da cuenta el hombre de los riesgos de estas aglomeraciones
humanas? Unas condiciones de vida que favorecen la inseguridad, la neurosis, la
violencia, etc.. erosionan la sociedad entera.
En definitiva, la acción del hombre sobre la naturaleza no se
puede entender como justificación de estragos, deterioros y atentados que
contra ella ha realizado la humanidad. La opción contra la destrucción del
medio ambiente es, en último término, la opción por el hombre, por una vida más
humana, por una mayor calidad de vida. Y la realización de esta opción
constituye uno de los imperativos éticos más importantes.
Porque no importa sólo la posibilidad de una vida en la que estén
cubiertas las necesidades básicas, sino una vida de calidad para todos. Y esto
implica: mejora del trabajo y de las condiciones laborales, del tiempo libre,
humanización de la vida urbana, protección de la naturaleza, adopción de unas
condiciones de vida que respondan realmente a la dignidad del hombre, de todos
los hombres.
Cuando se habla de calidad de vida, en el fondo se trata de una
manera de vivir. En este sentido, entendemos que hay que llegar al
reconocimiento y a la convicción de que no nos podemos permitir el lujo de
vivir por encima de nuestras posibilidades. El sistema educativo tiene que
enseñar y propagar el principio fundamental que tiene que regir las actividades
humanas: hay que fomentar las mejoras compatibles con el uso racional de los
recursos y, a la luz de este criterio, hay que revisar también el estilo de
vida.
De hecho existen grupos humanos de sociedades prósperas en los que
el deseo de una vida sencilla en la que simplemente quedan cubiertas las
necesidades básicas de la familia o la comunidad, sin romper el equilibrio
necesario, orienta realmente toda la vida. Es un nuevo estilo de vida en el que
la prosperidad no se cuantifica por el aumento del nivel del tener y del
consumo, sino por la sencillez, el servicio, el compartir. La calidad se cifra
en un tiempo y un espacio humanos más espontáneos, libres y fraternales.
Desde esta actitud básica, ya no se busca el consumismo que
multiplica la posesión de objetos, que se desestiman y desprecian rápidamente y
que han de ser sustituidos, multiplicando el despilfarro de materias primas y
de energía. Se busca y se valora más el ser que el tener. Y esto no significa
ir a una nueva miseria o bajar de un nivel de vida que permita el desarrollo
humano.
La calidad de vida pasa de la apetencia de posesión de infinitos
objetos al deseo de ser plenamente en las dimensiones profundamente
realizadoras de la persona: la educación de la conciencia crítica, la
sensibilidad estética y la afectividad madura, que es capaz de darse, de
compartir gozo y dolor y de comprometerse activa y solidariamente.
Este estilo de calidad de vida exige alternativas económicas,
tecnológicas y energéticas. Y exige, sobre todo, un nuevo talante moral.
2.4. La naturaleza como ambiente educativo
Desde esta perspectiva, la naturaleza puede contemplarse también
como un ámbito educativo capaz de devolver a la persona la capacidad de un
encuentro consigo misma.
Frente al estrés y la agresividad que crea el entorno urbano, la
educación en y por la naturaleza acerca al hombre a lo gratuito y espontáneo.
La naturaleza hace posible un encuentro curativo de muchas deficiencias
urbanas: vida sencilla y elemental, relajación nerviosa, silencio profundo,
armonía y belleza, diálogo espontáneo. Todo esto convierte a la naturaleza en un
lugar privilegiado para la educación integral de la persona y en una de las
grandes posibilidades que se abren a los hombres en la vida actual.
Las ciudades con sus grandes aglomeraciones humanas han levantado
un grueso muro entre nosotros y lo que profundamente somos: naturaleza. Pero
este muro no ha podido borrar nuestra realidad, ni ha impedido que sintamos en
lo interior el deseo de una armonía más profunda con nosotros mismos, con los
demás y con las cosas.
3. LA
ALTERNATIVA ECOLOGISTA
Los ecologistas no pretenden elaborar una teoría nueva global y
perfecta según la cual deba entenderse una sociedad alternativa. Piensan que la
hora de las grandes teorías hace tiempo que pasó. Que los proyectos de vida y
de sociedad atados y perfectos en los que todo está previsto y explicado
racionalmente son aterradores porque, independientemente del resultado que
hayan alcanzado en experiencias pasadas no contemplan, sino más bien anulan, la
base de la creatividad y de la imaginación como motor del desarrollo social.
Anulan la diversidad, la diferenciación, el derecho a ser diferente.
Reivindican la heterogeneidad, base de la complejidad y, por tanto, de la
supervivencia, de todo ecosistema.
Frente a la creciente y necesaria, para los sistemas
desarrollistas, homogeneización de la sociedad y, por medio de ella, la
anulación de las diferencias en función del "necesario" crecimiento
cuantitativo, del cuanto más mejor, los ecologistas propugnan el "cuanto
mejor, mejor".
Reivindican la calidad frente a la cantidad. No quieren más
energía, ni más coches ni más televisores. quieren. simplemente, y por simple
quizás olvidado, vivir mejor. Es en este matiz cualitativo donde reside una de
las claves del pensamiento ecologista. Mejor no significa más caro, ni más
sofisticado, ni más "distinto", mejor significa que sea capaz de
satisfacer verdaderamente unas necesidades individual y colectivamente
determinadas, no inducidas o simplemente impuestas.
El extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas a partir
de la revolución industrial y posterior revolución científico-técnica, ha
convertido el planeta en un auténtico bazar repleto de utensilios innecesarios
para la población y, a su vez, ha necesitado desarrollar unos gigantescos y
costosísimos sistemas de propaganda para conseguir crear falsas necesidades.
4. CRÍTICA DEL DESARROLLO BASADO EN EL CRECIMIENTO CUANTITATIVO DE
LA PRODUCCIÓN
El Movimiento Ecologista se opone al tipo de
"desarrollo" económico que genera la sociedad de consumo. La crítica
a este "desarrollo" basado en el crecimiento cuantitativo de la
producción (podríamos decir con más propiedad, destrucción) se fundamenta de
una forma muy esquemática en los siguientes puntos:
1) El carácter limitado del planeta y el agotamiento, en un plazo
más o menos largo, de los recursos no renovables.
2) El carácter explotador y el mantenimiento de unas relaciones de dominio de unos países sobre otros y de unos sectores económicos sobre otros. Es decir, el carácter totalmente desigualitario del sistema que mantiene este tipo de desarrollo.
3) La perpetuación del subdesarrollo, que no es más que la otra cara inseparable del desarrollo. Entre otras cosas es imposible que se llegue, a nivel mundial, a unos consumos estándares equivalentes a los de los países llamados "desarrollados".
4) La falacia de un sistema que propone un modelo a seguir que no es viable ni extensible a nivel mundial.
5) Lo demencial que sería el resultado de la extensión mundial del modelo, que llevaría una destrucción de recursos y a una degradación físicamente insoportable.
6) El carácter ideológico y la mitificación del "progreso", "consumo" y "nivel de vida" que llevan (vía manipulación) a la integración en el sistema de una forma acrítica y a la persecución de unos objetivos colectivamente inalcanzables.
7) Así, mientras se dedican cada vez mayores recursos humanos y naturales a que una serie de países aumenten o mantengan PNB ya elevados, a base de fabricar superfluos instrumentos de consumo e infernales instrumentos bélicos, la mayor parte de la población mundial pasa hambre y países como el nuestro se permiten el lujo de abandonar el sector agrario.
2) El carácter explotador y el mantenimiento de unas relaciones de dominio de unos países sobre otros y de unos sectores económicos sobre otros. Es decir, el carácter totalmente desigualitario del sistema que mantiene este tipo de desarrollo.
3) La perpetuación del subdesarrollo, que no es más que la otra cara inseparable del desarrollo. Entre otras cosas es imposible que se llegue, a nivel mundial, a unos consumos estándares equivalentes a los de los países llamados "desarrollados".
4) La falacia de un sistema que propone un modelo a seguir que no es viable ni extensible a nivel mundial.
5) Lo demencial que sería el resultado de la extensión mundial del modelo, que llevaría una destrucción de recursos y a una degradación físicamente insoportable.
6) El carácter ideológico y la mitificación del "progreso", "consumo" y "nivel de vida" que llevan (vía manipulación) a la integración en el sistema de una forma acrítica y a la persecución de unos objetivos colectivamente inalcanzables.
7) Así, mientras se dedican cada vez mayores recursos humanos y naturales a que una serie de países aumenten o mantengan PNB ya elevados, a base de fabricar superfluos instrumentos de consumo e infernales instrumentos bélicos, la mayor parte de la población mundial pasa hambre y países como el nuestro se permiten el lujo de abandonar el sector agrario.
5. DEL NIVEL DE VIDA A LA CALIDAD DE VIDA
Si por nivel de vida entendemos el grado de participación en el
conjunto de bienes materiales, por calidad de vida queremos significar todos
aquellos elementos, estados y situaciones de los individuos, que son
determinados psicológicamente o, lo que es lo mismo, la satisfacción de las
necesidades emocionales y sociales. Calidad de vida -a la que sólo se tiene
acceso una vez superado un mínimo de condiciones de vida que satisfagan
colmadamente las necesidades primarias- es, por ejemplo, tener ciudades
habitables, poder disfrutar de un paisaje, tener una vida de relación, gozar de
tiempo libre, capacidad de actividades creativas, no encontrar un medio
ambiente enrarecido, etc.
En general, se puede decir que en las áreas de opulencia, el nivel
de vida ha aumentado, pero la calidad de vida va en disminución.
Queda claro que la alternativa, posible y necesaria, es aquella que consigue satisfacer las necesidades primarias y que, a partir de ahí, debe dar mayor prioridad a la calidad de vida, o adoptar la opción político-social y económica que impida que la calidad de vida se degrade.
Queda claro que la alternativa, posible y necesaria, es aquella que consigue satisfacer las necesidades primarias y que, a partir de ahí, debe dar mayor prioridad a la calidad de vida, o adoptar la opción político-social y económica que impida que la calidad de vida se degrade.
Uno de los grandes retos de nuestro inmediato futuro es el de
conseguir el desarrollo, pero entendido no sólo en el aspecto material -de ese
modo sólo podremos hablar de crecimiento económico o modernización, pero no de
auténtico desarrollo- sino también teniendo en cuenta las necesidades
emocionales y sociales. Una alternativa que mantenga y procure los medios para
elevar la calidad de vida en todos sus aspectos. Todo lo cual será imposible
sin actitudes de austeridad que desemboquen en una solidaridad universal.
6. ¿QUÉ PODEMOS HACER?
Es preciso que abramos los ojos y conozcamos, valoremos y cuidemos
el medio ambiente y la calidad de vida (Conill y otros, 1996:128):
¿Y si todos actuáramos así... ?
l. Piensa que la calidad de vida no consiste sólo en consumir
cuanto más mejor.
2. Colabora con el reciclaje (presiona para que tu Ayuntamiento también lo haga). Evita bolsas y botellas de plástico y reutiliza las bolsas de papel y los envases de vidrio. Recuerda: no arrojes basura al suelo (tampoco desde la ventanilla de tu vehículo).
3. Compra sabiamente. Todo lo que hacemos, hasta cuando vamos de compras, está relacionado con el resto del mundo. Eligiendo sabiamente, los consumidores tenemos el inmenso poder de hacer que los fabricantes ofrezcan productos menos nocivos para el medio ambiente.
4. Ahorra energía. Usa bombillas y electrodomésticos de bajo consumo.
5. Participa en las campañas de repoblación de árboles y contacta con alguna asociación ecologista.
6. No dejes caer el agua del grifo inútilmente. Por supuesto, mejor la ducha que el baño.
7. Reivindica las energías alternativas (solar, eólica, hidráulica, etc.)
8. Utiliza papel reciclado y escribe por las dos caras.
9. Usa los transportes públicos. Mejor en bici y, si la distancia es corta, a pie.
10. Convence dando ejemplo... Informa y conciencia a tu familia y amistades. Nuestra existencia sólo podrá desarrollarse en plenitud cuando reconozcamos, comprendamos y respetemos el mundo natural que nos rodea. Pues quien respeta el mundo, lo valora y lo ama, respetará también a los seres humanos.
2. Colabora con el reciclaje (presiona para que tu Ayuntamiento también lo haga). Evita bolsas y botellas de plástico y reutiliza las bolsas de papel y los envases de vidrio. Recuerda: no arrojes basura al suelo (tampoco desde la ventanilla de tu vehículo).
3. Compra sabiamente. Todo lo que hacemos, hasta cuando vamos de compras, está relacionado con el resto del mundo. Eligiendo sabiamente, los consumidores tenemos el inmenso poder de hacer que los fabricantes ofrezcan productos menos nocivos para el medio ambiente.
4. Ahorra energía. Usa bombillas y electrodomésticos de bajo consumo.
5. Participa en las campañas de repoblación de árboles y contacta con alguna asociación ecologista.
6. No dejes caer el agua del grifo inútilmente. Por supuesto, mejor la ducha que el baño.
7. Reivindica las energías alternativas (solar, eólica, hidráulica, etc.)
8. Utiliza papel reciclado y escribe por las dos caras.
9. Usa los transportes públicos. Mejor en bici y, si la distancia es corta, a pie.
10. Convence dando ejemplo... Informa y conciencia a tu familia y amistades. Nuestra existencia sólo podrá desarrollarse en plenitud cuando reconozcamos, comprendamos y respetemos el mundo natural que nos rodea. Pues quien respeta el mundo, lo valora y lo ama, respetará también a los seres humanos.
Gil, Ramón.
Valores humanos y desarrollo personal. Tutorías de educación secundaria y escuelas de padres. Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284 |
Tópicos para la reflexión
- Explica
las tres actitudes frente a la naturaleza que te parezcan más relevantes,
señala en cada caso su posible origen y sus consecuencias.
- ¿Por qué
la responsabilidad ecológica plantea nuevos problemas morales y
educativos?
- ¿En qué
sentido las ideas de desarrollo y progreso pueden ir en demérito de la
calidad de vida?
- ¿Cómo se
relacionan la conciencia crítica, la sensibilidad estética y la
afectividad con una actitud ecológica?
- Explica
por qué según la lectura los ecologistas reivindican la heterogeneidad, la
complejidad y la diversidad.
- Explica
el impacto que a nivel ecológico representa la diferencia entre nivel de
vida y calidad de vida.
Bibliografía
Castro, Ma. Luisa. "Identidad ecológica" en Alteridades. Año 1, núm. 2, 1991, pp.74-85
Cisneros, Isidro. Los
recorridos de la tolerancia. Ed. Océano, México, 2000, 229
pp.
Feixa Pampols, Carles. "De las culturas juveniles al
estilo" en Nueva Antropología.
Revista de Ciencias
Sociales Vol. XV, núm. 50, México, Octubre, 1996, pp. 71-89
Sociales Vol. XV, núm. 50, México, Octubre, 1996, pp. 71-89
Giddens, Anthony, "Las lecciones globales" en Nexos, México, Noviembre, 2001
Gil, Ramón. Valores
humanos y desarrollo personal. Tutorías de educación secundaria y escuelas de
padres. Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284
padres. Ed. Escuela Española, Madrid, 1998, pp.284
Reguillo, R. Emergencia
de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Ed.
Norma Enciclopedia
latinoamericana de sociocultura y comunicación, Buenos Aires, 2000, pp. 182
latinoamericana de sociocultura y comunicación, Buenos Aires, 2000, pp. 182
Sartori, Giovanni. Homo
videns. La sociedad teledirigida. Ed. Taurus, México, 1998
[1997], 159 pp.
Touraine, A. ¿Podremos
vivir juntos? Ed. F.C.E. México, 1997, 335 pp.
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